Recuerdos de Zúrich: la histeria de un MBA

Hace casi 15 años que llegué a Zúrich, una ciudad preciosa donde me encuentro muy cómodo. Curiosamente, es el lugar en el que he trabajado (…y vivido) más tiempo seguido en mi vida. Recuerdo bien mi llegada un dos de enero. ¡La leche, que frío hacía! Volé directamente desde mi antiguo trabajo en los Emiratos Árabes y me presenté a primera hora de la mañana sin saber que ese día era fiesta en Suiza. "Empezamos bien", me dije. Desde entonces he trabajado como instructor técnico de calificación de tipo en varios aviones diferentes: EMB 190, A320/330, Avro RJ, CSeries (A220) y EMB 145. 

También, he desarrollado otros tipos de actividades relacionadas con la legislación aérea. En mi departamento en realidad soy el especialista "masca", o sea el más caracterizado en legislación, temas de la EASA y las regulaciones aeronáuticas. Como no soy abogado, muchas veces me preguntan cómo llegué a esta posición. Esta es la "histeria", digo historia de cómo sucedió. 

Llevaba poco tiempo en mi puesto de instructor y me di cuenta de que la mayoría de los departamentos de la empresa tenían un presidente y un vicepresidente. "En esta compañía hay muchos de estos", pensé. Como en la mayoría de empresas, en la mía también había mucho jefe y poco indio. Era evidente que lo que ellos llamaban presidente o vicepresidente no eran más que los puestos que todos conocemos de director y subdirector. Pensé que a los suizos les gustaba llamarse de esa manera porque parece más importante (mola más ser presidente que director ¿no?). En fin, me dije, yo también quiero ser uno de esos. Pillé a mi jefe directo por banda y le interrogué amablemente: 

—Christoph, vamos a ver, yo quiero progresar en la empresa. 
—Me parece muy bien Manolo —Me respondió con una sonrisa. 
—¿Qué es lo que tengo que hacer para ser un "vicepresi" de esos? —Me miró ojiplático. 

Rápidamente, a Christoph, que por aquel entonces no tenía tanta confianza conmigo, le salió la corrección política y la neutralidad característica de los suizos. 

—Pues verás Manolo, no puedo decirte lo que debes o no debes de hacer, pero sí puedo decirte que las personas que ocupan puestos de responsabilidad en esta empresa tienen todos un MBA. 
—Vamos, que me estás diciendo que haga uno, ¿no? —Le contesté con media sonrisa y arqueando una ceja en actitud cómplice. 
—No, no, Manolo, nada de eso. Lo único que digo es que ellos lo tienen. Yo no digo nada más. 

No necesité más información. Leí entre líneas y para mí estaba claro que debía de hacerme con uno de esos MBAs o lo que fuera. Busqué varios cursos de esos y me parecieron carísimos. Christoph me animó a hablar con HHRR. Así lo hice y les conté mis intenciones. Me dijeron que la empresa me pagaría la mitad de los estudios, pero que yo debía firmar un papel diciendo que después de terminados me comprometía a quedarme en la empresa cuatro años como mínimo. Las exigencias para que fuera válido fueron tres: debía de ser un Master de dos años de duración como mínimo. Debía de ser reconocido internacionalmente y por último tenía que ser en inglés. Me pareció bien. La mejor oferta la acabé encontrando curiosamente en España. La UNED tiene un MBA en Gestión de Empresas Aeronáuticas que daba el perfil al 100%. 

Aquí dejo el link para los lectores interesados: 

Trabajé y a la vez estudié como un loco… No, no es verdad. Manolo no mientas. Trabajé sí. Estudié, también. Pero no me maté. La realidad es que me fue muy bien, lo disfruté y no me costó mucho esfuerzo sacarlo porque todas las asignaturas eran muy bonitas y estaban muy bien explicadas. Además, tenía mucho aprendido. Llevo desde los 18 años entre aviones y algo se le queda a uno. 

La aviación es un mundo apasionante y una vez que tienes la oportunidad de meterte dentro aprendes mucho casi sin esfuerzo. Haciendo el Master además me enteré de muchas cosas que no sabía y que complementan muy bien mi tarea de instructor. Se estudia economía, legislación y gestión de empresas. El primer año conseguí ser Experto Universitario y el segundo me dieron el título de Especialista. Con el trabajo final, (yo si lo tengo no como otros y otras, …y no miro a nadie a izquierda y derecha), se me concedió/gané el Master. 

Al poco llegué todo ufano con mi flamante MBA bajo el brazo y le espeté a mi jefe: 

—Christoph, ya tengo el Master. ¿Cuándo puedo pedir un ascenso? —Christoph me miro sorprendido y lo único que acertó a decir es: 
—¿…pero tú hablas alemán Manolo? 
—Nein! —Le contesté en plan de coña—. ¿Qué quieres decir con eso Christoph? Sabes perfectamente que me defiendo con el idioma de la pérfida Albión, pero con el alemán solo chapurreo para sobrevivir. 
—¡Vaya, no te lo dije! —replicó titubeante—. Se me olvidó comentarte que todos los jefes dominan el idioma. 
—¡Christoph te matoooooo!

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